El cine siempre nos ha mostrado sus historias de formas muy diferentes. A veces, son inventadas por completo, otras adaptan libros que han tenido gran éxito y en otras ocasiones, se basan en hechos acontecidos en la realidad. Cuando es así, sufren las libertades de directores y guionistas, que adecuan la narración a sus propias necesidades. Todas estas películas comienzan con el consabido letrero de «Basado en hechos reales», título bajo el que El Pelitrero Navarro, alias Luis Martínez Vallés —me niego a admitir que el segundo es el nombre real—, nos presenta su última obra de ensayo bajo el sello siempre interesante de Dilatando Mentes.
Por suerte hoy no huiré de los Spoilers, un mal que actualmente infringe un daño mayúsculo a esta sociedad sedienta de productos consumibles de ficción. Luis se ha dejado llevar por uno de sus mayores hobbies, el cine. Por todos es sabido, gracias al programa que dirige y presenta desde hace ya más de siete años «Luces en el horizonte», del vicio del autor hacia el mundo del videoclub. Haciendo uso de ese conocimiento, selecciona treinta sucesos que fueron llevados al celuloide y los desgrana de forma amena, sin ahondar tanto como para hacer un ensayo de cada uno, pero sí lo suficiente como para que el lector sienta curiosidad por ellos y quiera investigar más por su cuenta.
Cada caso viene acompañado por una pequeña ficha en la que detalla los datos referentes a las películas, como los nombres de los directores, protagonistas o guionistas de los mismos. Tras eso, nos regala diversas declaraciones surgidas de los miembros del rodaje en las que nos relatan opiniones relacionadas con los sucesos reales o cómo fue la traslación de la realidad a la ficción. He de reconocer que esta es la parte que menos me ha interesado, quizá por lo intrascendente que me resulta en la mayoría de las ocasiones los comentarios de los artistas. No creo que sea culpa de Luis, sino más bien del que escribe estas líneas, ya que mi interés se centra en los acontecimientos que se esconden detrás de los guiones. Tras esto, un pequeño comentario del autor acerca de lo que le ha parecido la película y a continuación la razón por la que realmente nos enfrentaremos a la lectura: los hechos reales.
Los tenemos de todos los colores: conocidísimos, como las historias en las que se basan filmes del calado de «El exorcista», «El ente» —curiosamente las dos películas con las que más miedo he pasado frente a una pantalla— o «Viven», o los completamente desconocidos «Compliance», «Indictmen» o «El túnel de los huesos». Lo bueno de la elección de Luis es que el lector medio encontrará historias que, en su mayor parte, nunca habrá escuchado, lo que le aporta mayor valor e intAl ser treinta casos, todas ellos diferentes entre sí, el lector se verá sumergido rápidamente en una especie de periódico de sucesos hecho libro, ayuda innegable por parte de la excelente edición de Dilatando Mentes, algo a lo que ya nos tiene siempre acostumbrados. Notas al margen, fotos de los actores y protagonistas reales de las historias, extractos del texto de Luis… Hablando sobre esto, he de comentar la primera nota negativa de la obra, y es que, a pesar de lo bien que vienen ciertas anotaciones en los márgenes, en otros casos, como los extractos a modo de teletipos o titulares —algo muy común en las revistas en la actualidad— se me hace innecesario remarcar dichas frases, ya que enturbia un poco la visión del conjunto que tienes en frente.
Siguiendo con los capítulos, el libro peca un poco de lo mismo que la mayoría de antologías de relatos: y es que la diferencia de interés —ya que aquí no podemos hablar de calidad porque, os recuerdo, todo son hechos reales— entre unos casos y otros, es bastante evidente. Por poner un par de ejemplos, el capítulo dedicado a la figura de Rudy, un muchacho que con tesón y cabezonería logra cumplir su sueño de estudiar y representar al equipo de fútbol de la Universidad de Notre Dame; o el de Madalyn Murray, que versa sobre la vida de esta señora que decidió llevar a la Corte americana el derecho de su hijo a la libertad de fe, ya que era obligado en la escuela a leer la Biblia a diario. Estos casos deslucen un poco el conjunto y quizá se echen de menos otros clásicos del cine como «Psicosis» o «La Dalia Negra». Puestos a elegir, incluso «JFK». Es cierto que esto se basa en una opinión completamente subjetiva, pero si se observa un poco la temática de la mayoría de los casos —asesinatos, secuestros, accidentes aéreos, desapariciones extrañas o posesiones— se echan de menos ciertos episodios del pasado con más «chicha» que extraer. Aún así, esto mismo es un punto a favor del autor ya que parece guardarse un as en la manga con la posible inclusión de los mismos en un segundo tomo —¿quien sabe? Él mismo en la introducción ya nos avisa que quizá, en un futuro, se atreva con un segundo volumen centrado solo en nuestro país— y por otro así le da a los lectores acontecimientos que, de otra forma, nunca habría conocido.
Volviendo a los sucesos, el sufrido por los protagonistas de «Viven», los acontecimientos reales detrás de la novela de William Peter Blatty o el episodio de posesión demoníaca en el que se ve involucrado el famoso matrimonio Warren, se llevan la mayoría de las páginas y el interés general, debido a lo famoso de sus casos en la actualidad de cada época. Sin embargo también hay otros que automáticamente te absorben a pesar de ser menos conocidos, como el de Chante, la enfermera que atropella a un viandante e incapaz de decidir qué hacer con él le lleva incrustado en el parabrisas hasta su garaje, donde le deja morir con ayuda de su pareja; o el de Steven, un niño que fue raptado y violado durante siete años y que, cuando sus captores lo sustituyeron por otro para perpetrar las mismas fechorías, se armó de valor para huir con este y denunciar a sus secuestradores a la policía; o el sonadísimo expediente Dyatlov, en el que nueve jóvenes estudiantes se adentran en una montaña en medio de la estepa rusa y al cabo de las semanas, cuando las autoridades salen a su encuentro, los localizan a todos muertos bajo extrañas circunstancias.
Como veis, Luis nos deja en su pequeño ensayo un compendio bastante interesante que, de una forma u otra, hará las delicias de los aficionados al misterio y a los sucesos macabros. He de destacar que a pesar de sus casi cuatrocientas páginas, me lo he bebido en dos sentadas, algo que no todo el mundo puede conseguir. No obstante, y siempre a título personal, habría reducido la cantidad de sucesos para así poder extenderse en las explicaciones de los mismo. Aún así, ardo en deseos de ver en mis manos «Basado en hechos reales: Made in Spain» en el que, espero, aparezcan películas como «La isla mínima», «Los crímenes del día de Todos los Santos» o «El verdugo» y las verdades que se ocultan detrás de la ficción.