Literatura con nombre de mujer

Desde su nacimiento, e incluso antes, las redes sociales han sido usadas para empujar iniciativas, propuestas e ideas. Hashtags que recorren el mundo en diez minutos, ideas peregrinas que de pronto alcanzan el estatus de verdad absoluta. Por suerte, a veces lo que se viraliza son ocurrencias  de esas que tienen como objetivo hacer de este mundo un lugar un poco mejor.

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Ocurrió hace poco más de un año gracias a la reflexión de un grupo de twitteras sobre el porcentaje de hombres y mujeres a los que leían. La idea detrás, conseguir algo más de paridad en nuestras estanterías. Abrirnos un poco los ojos a una realidad que generalmente no vemos, y es que nuestras bibliotecas particulares suelen estar plagadas de hombres. Si nos metemos ya en la denominada “literatura de género”, los resultados suelen ser para llorar. Dispuestas a aportar soluciones, y no sólo quejas, estas twitteras propusieron dedicar un mes a la lectura de libros escritos por mujeres. Y hacerlo visible en redes sociales con el hashtag #LeoAutorasOct. ¿Por qué octubre? Porque coincidió con la instauración del Día de las Escritoras por parte de la Biblioteca Nacional de España, la Asociación Clásicas y Modernas y la Federación Española de Mujeres Directivas (FEDEPE). Y porque en noviembre y diciembre ya tenemos otras causas que viralizar (#movember y #dressember).

Este año vuelve a celebrarse, y no sólo cuentan con hashtag. También con página web (https://leoautorasoct.wordpress.com/) y cuenta de Twitter (@LeoAutoras). Y cientos y cientos de usuarios que ya empiezan a circular sus recomendaciones y listas previstas para el mes.

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Por supuesto, no están todas las que son, o deberían, pero estas son algunas recomendaciones de lecturas. Por si deciden sumarse a la iniciativa:

El cuento de la criada, de Margaret Atwood (Salamandra, 18,05€). ¿Alguien no ha escuchado este título en el último año? Una distopía demasiado realista que ha saltado a los primeros puestos de las listas de ventas gracias a la adaptación ganadora de Emmys realizada por HBO. Un mundo donde las mujeres no tienen más voz que la interior y en el que la dignidad a veces se encuentra en un mensaje arañado en una pared. Comprar aquí.

Ladrones de libertad, de Iria G. Parente y Selene M. Pascual (Nocturna Ediciones, 16,15€). La saga de Harry Potter ha tenido efectos secundarios en la percepción de la literatura juvenil. Cada vez menos gente tuerce el gesto cuando ven a un adulto leer un libro juvenil (sobre esto ya hablaremos otro día). Dentro de este género, este año destaca para mí esta nueva entrega del universo de Marabilia. Piratas, príncipes, princesas, maldiciones, persecuciones, amor, sirenas y, sobre todo, 600 páginas para recordarnos que las apariencias engañan, que todos somos mucho más de lo que se ve a simple vista y que tenemos derecho a soñar. Comprar aquí.

El color del silencio, de Elia Barceló (Roca Editorial, 18,90€). Ya hablamos de esta novela en nuestro primer programa, y no puedo dejar de recomendarla. Helena Guerrero, pintora y exiliada emocional y voluntaria, regresa a España para asistir a una celebración familiar. El regreso no será solo a las calles de Madrid, sino que se verá obligada a rememorar los jardines de La Mora, en Rabat, escenario de un crimen que ha marcado su vida. La alicantina Elia Barceló vuelve a desplegar su talento en esta novela que, sin llegar a ser un thriller, investiga uno de los episodios más oscuros de la historia reciente. Comprar aquí.

La Quinta estación, de N.K. Jeimisin (Nova Libros, 19€). La novela que más veces he recomendado este año y la protagonista absoluta de nuestro primer programa. Ciencia Ficción en estado puro. En una Tierra extraña se ha desencadenado una Quinta estación. Una época de desastres y penurias que amenaza con convertirse en el comienzo del apocalipsis. Una mujer emprende la búsqueda de su hija desaparecida sin saber el papel que jugará en el fin del mundo. Una novela que sorprende no sólo por su argumento, sino por las veces que nos obliga a replantearnos prejuicios y asunciones de los que, muchas veces, no somos conscientes. Comprar aquí.

Una habitación propia, de Virginia Woolf (Seix Barral, 10,95€). Relato feminista y literario propiciado por una serie de charlas alrededor del tema de las mujeres y las novelas que a la autora le ofrecieron dar en 1928. Un ensayo que, casi 100 años después no ha perdido ni un ápice de vigencia, desgraciadamente, que la admisión, en igualdad de oportunidades, en un mundo cultural, el literario, hasta entonces reservado casi exclusivamente a los hombres. Comprar aquí.

El libro del día del juicio final, de Connie Willis (Zeta Bolsillo, 14€). Viajes en el tiempo como excusa para hablar del sufrimiento y la soledad, pero también del aguante y la voluntad que somos capaces de demostrar en situaciones extremas. Kivrin, estudiante de Historia en Oxford, viaja al siglo XIV dispuesta a estudiar la Edad Media. Las cosas se complican cuando una extraña plaga se propaga por las dos épocas, complicando el regreso de la estudiante. Comprar aquí.

Justicia auxiliar, de Ann Leckie (Nova Libros, 19€). Una historia de venganza y humanidad protagonizada por una IA atrapada en una mortaja biológica, en un cuerpo que se degrada por segundos. Empujada a una misión suicida por voluntad propia, conoceremos el funcionamiento del imperio al que sirve, o sirvió, pero también su programación y sus procesos, mientras nos tocará reflexionar sobre la voluntad, la consciencia y la eterna pregunta cuando se habla de Inteligencia Artificial: ¿cómo saber quién es humano? Comprar aquí.

Charlie, Algernon y yo

Elegir tu obra preferida, de cualquier cosa, es siempre una tarea complicada. Claro que hay libros, películas, cómics o series que resuenan más que otras, a los que vuelves de forma periódica porque te hacen pensar, o sonreír, o porque te dejan buen sabor de boca, pero ¿implica eso que el resto de obras no lo hacen? Restringirlo a un género, o géneros, puede hacer las cosas más sencillas. En apariencia. Porque, ¿cómo comparas una obra como El Señor de los Anillos (con todo el trabajo que tiene detrás) con El asesinato de Roger Ackroyd, donde el cacareado worldbuilding es inexistente pero que, sin embargo, supone una obra maestra en el género policiaco? ¿O una obra concebida más como entretenimiento y diversión (La noche de los demonios, por poner un ejemplo) con otra cuyo objetivo final es denunciar y hacer reflexionar a los lectores (Fahrenheit 451, por poner otro)? Yo, a diferencia de Harold Bloom, me declaro incapaz, y asumo que mi única opción reside en no compararlos entre sí y limitarme a elaborar listas mentales de libros que reelería una y otra vez. O que recomendaría a diestro y siniestro. Si es que no lo hago ya.

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La cuestión, centrémonos en la medida de lo posible, es que hoy me toca hablar de mi obra preferida dentro de lo que llamamos “literatura de género” (terror, fantasía, ciencia ficción y novela negra). O de una de ellas, mejor dicho.

Vaya por delante que, durante muchos años, me limité a leer lo que se llama “literatura seria”, cargada de prejuicios sobre otros géneros. Hasta que un amigo decidió “reeducarme” y me regaló tres libros, que devoré en muy poco tiempo. Y es de uno de ellos del que voy a hablar hoy: Flores para Algernon, de Daniel Keyes.

Charlie Gordon, un joven con discapacidad mental, es sometido a una operación con la que le prometen que será listo. Concretamente que triplicará su cociente intelectual, de 68. Gracias a su diario, veremos su evolución día a día, su adaptación a una nueva realidad, pero también la de Algernon, un ratón sometido a la misma operación que será reflejo, y vaticinio, de las dificultades que atravesará Charlie.

Nacido como un relato, ganador del Premio Hugo en 1960, años después el propio Keyes lo amplió hasta convertirlo en una novela, que se alzaría con el Premio Nébula en 1966. Considerado desde entonces como un clásico, la última edición en España corrió a cargo de SM (estamos hablando de 2006). Y aunque no es en absoluto una mala novela para niños y adolescentes, sí tengo claro que estos pueden perderse matices que sólo puedes captar cuando eres ya adulto; reflexiones que sólo puede provocarte cuando has conocido el dolor de la pérdida; cuando conoces la rabia, la impotencia y la desesperación de ver cómo se escapan los granos de arena de entre los dedos sin que puedas hacer nada por evitarlo.

Flores para Algernon fue sin duda uno de los libros que me reconcilió con el género de la ciencia ficción, pero también uno de los pocos libros que me han hecho llorar mientras los leía. Porque todos hemos sido Charlie Gordon alguna vez en nuestras vidas. Porque nos enseña que, a veces, la resignación no es una derrota, sino la única manera de sobrevivir a una batalla que sabes perdida.

No es, por supuesto, el único tema que se trata en la novela, que incluye desde el tratamiento de las personas deficientes hasta la relación entre inteligencia y emociones. Algunos incluso han visto en la novela una metáfora del desarrollo humano. Y aunque soy capaz de ver algunos de esos asuntos mientras la leo, lo cierto es que es el tema de la pérdida el que siempre ha resonado más para mí.

Pero no importa si cuando la leas ves en ella algo diferente a lo que vi yo. Ese es uno de los grandes logros de la literatura de género, de las novelas especulativas. Que cada uno es capaz de sacar diferentes lecciones del mismo libro. Que, a veces, los lectores descubren cosas que los propios autores no sabían que estaban. Que la imaginación de cada uno se pone a trabajar desde el momento en que la novela, el relato, te atrapa y te transporta a ese mundo fantástico que no es el tuyo.

Lo importante es si, como yo, querrás llevar flores a la tumba de Algernon.