Y entré en Cicely

2017-03-22-20-08-14

Algo a dejar claro en la primera frase: yo no escribo, hablo en forma de lectura pero no escribo. Es algo que quiero que entendáis con cualquier cosa que suba, tenéis que entonar mientras leéis como si estuvierais escuchando.

Os contaré algo de mí: no tuve un caldo de cultivo friki, nada cerca que se pareciera y, sin embargo, fui sola a buscarlo. No existía internet y sola busqué en las librerías uno de esos libros en los que parecía que había magia, espadas y otras razas hasta que alguno llamó más mi atención que otro. Caí en uno de “Reinos Olvidados” y ya nunca pude parar. Igual no me entendéis, pero para alguien que no sabe absolutamente nada de ese género, no era una elección sencilla. Y como tesoro, unos comics de Marvel en tomos que mi hermana me compraba en el rastro y que hicieron que los superhéroes me fascinasen.

«Que sí, que podría haber cogido cualquier saga o libro de género de los que mas me gustan, pero en realidad, de una u otra manera, siempre acabo hablando de Doctor en Alaska. Es como algo recurrente en mi vida.

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Aún recuerdo con qué avidez veía los capítulos por primera vez, y cómo luego programaba mi VHS para grabarlos uno a uno cuando los emitían en horarios raros. Creedme si os digo que eso era un acto de fe. Sí ,así es, siempre ha sido una serie de la 2 y en horarios de mínima audiencia. Supongo que para algunos no tiene sentido que la catalogue en el género fantástico, pero lo es. Un pueblo como “Cicely” lleno de magia, en el que puede ocurrir o existir cualquier cosa: véase un hombre que se convierte en oso; un astronauta; árboles que hablan; un indio de piel nívea y ojos claros que vive para el cine y se cartea con los más grandes directores; un señor de extirpe longeva que regenta el bar del pueblo y está felizmente casado con una animadora que pasaba por allí; una piloto que tiene una maldición por la que todos sus novios mueren en curiosas circunstancias; una maravillosa emisora de radio con un locutor que vive en una caravana al lado de un lago y que ya quisieran muchas de nuestras radios nacionales tener la calidad filosófica y musical que emite; y, por supuesto, un doctor que no quiere estar allí pero que tampoco se iría a ningún otro lugar.

 

Me fascinan los momentos fuera de nuestra rutina habitual, como que alguien elija de regalo de cumpleaños para una querida amiga una tumba, con unas preciosas vistas eso sí, para que descanse eternamente viendo las montañas y que ese momento termine bailando sobre la misma. Otro capítulo para el recuerdo es ese en el que Chris, nuestro magnífico locutor y a veces narrador, se pasa tooooodo el tiempo construyendo una catapulta para lanzar a una vaca, afortunadamente según va transcurriendo el tiempo, llega a la conclusión de que lo que debe lanzar es un piano al grito de “lo que importa no es lo que lanzas, sino el lanzamiento”.

¿En serio sigue sin pareceros una serie de fantasía?

Igual para vosotros no son argumentos suficientes para ser la elegida en el comienzo de algo, pero para mí esta serie, junto con Twin Peaks, son las que irán conmigo en esta vida y probablemente en las que estén por llegar.»